Las enaguas son tan importantes como la Pollera. Ninguna dama puede empollerarse sin ellas. Se usan dos y hasta tres; la que se lleva directamente debajo de la Pollera es la que llamamos «enagua de lujo» y debe tener la mayor cantidad de trabajos, adornos y curiosidades hechos a mano.
Las enaguas forman parte de los legados más antiguos que nos dejaron las primeras generaciones de mujeres europeas que se establecieron en el Istmo. Este hecho histórico es importante para valorar su uso. Las enaguas fueron modificándose en el transcurso del tiempo, a medida que aparecen en el comercio, variedad de materiales, al alcance de los consumidores y son aprovechados para la elaboración de estas.
La enagua se compone de: Una pretina que se amarra a la cintura; una falda de tela fina, liviana y lisa o con alforzas; adornos horizontales con metidos de trencillas, lienzos de tela de hilo o algodón trabajados con diferentes puntadas y labores talqueadas, hechas sobre tela blanca con calados o bordados y los encajes de algodón, de hilo o los que se hacen tejidos en gancho o en «pajilla o pajita», con labores florales o geométricas que a veces armonizan con los diseños de las trencillas y los metidos trabajados sobre tela.
Las telas para las enaguas: Se ha usado tradicionalmente, la tela de hilo; le siguen en preferencia, los percales, el poplin, el opal y las platillas de hilo.
El ancho: La enagua o «peticote» de pollera, puede tener tres a cuatro yardas de ancho. Esto depende del tamaño de la persona. Siempre son menos amplias que las polleras.
Las trencillas: Las enaguas son adornadas con finas trencillas de hilo de algodón o tejidas en gancho. Estas se hacen con labores llamativas que van colocadas en la parte inferior y superior de los lienzos trabajados sobre tela con talcos bordados o calados.
Las técnicas de la confección de los tembleques consisten en verdaderas obras de artesanías. Cada persona aporta algo de su imaginación creativa con el cuidado de respetar los formatos que nos ha impuesto la tradición.
Se colocan al gusto de la persona, siempre que guarden las reglas que nos señala la tradición.
En la enagua hay tanta fantasía y espontaneidad creativa como en la pollera. Unas prefieren cuatro lienzos de metidos de trencillas horizontales; otras, pañuelos sombreados y calados; algunas solo con tejidos que llevan labores. Las hemos visto con pañuelos bordados que venden el comercio los hindúes; con diseños de metidos de cuadros de la tela trabajados en formas diferentes, que van unidos con trencillas tejidas en ganchillo colocadas en forma horizontal y vertical y hasta con la pretina trabajada con menudos y artísticos deshilados.
Los encajes: Van colocados en la parte final de la enagua y a veces lleva las orlas finales en forma de puntas o de conchas, nunca rectos. Es una de las partes de la enagua que se presta para darle más lujo. Aquí es donde se lucen las tejedoras en gancho. Hemos visto encajes que miden hasta seis y ocho pulgadas de ancho, de labores que combinan con el diseño de la trencilla y los talcos de la tela sombreados y calados. Cuando el trabajo tiene estas características, le llamamos «tejido con juego completo de encajes y trencillas».
Para los tejidos se usa hilo de pelota; su número va de acuerdo con el grosor que se desea el trabajo, desde el número 40, hasta el 80 y 100.